APORTACIONES A LA GOBERNANZA PÚBLICO-COMUNITARIA DESDE EL TRABAJO GLOBAL: UNA PROPUESTA TEÓRICA HACIA LO PRAGMÁTICO

Autor principal:
Nerea Blanco Aramendia (Universidad del País Vasco)
Programa:
Sesión 4, Sesión 4
Día: martes, 23 de julio de 2024
Hora: 09:00 a 10:45
Lugar: REINA LEONOR (48)

Estamos inmersas en una crisis sistémica “que implica la degradación generalizada de las condiciones de vida y la multiplicación de las desigualdades sociales”. (Pérez-Orozco, 2014:35). A ello se le suma una gobernanza neoliberal donde las instituciones públicas colaboran con el sector privado, privatizando así bienes y servicios públicos (Forné, 2020). Marina Garcés (2013:24) señala que incluso nuestra propia existencia “ha sido privatizada con una agresividad y una intensidad hasta hoy desconocidas”. Frente a ello, desde varios ángulos se trabaja por una alianza que responda a “cómo se rearticulan las instituciones socioeconómicas ante la crisis sistémica” o “cómo lograr una mejor organización social, política y económica”. De igual manera que se quiere responder a “para qué esas instituciones, para qué estar juntxs” (Pérez-Orozco, 2014: 37). Por eso es que el principal objetivo de esta ponencia —que parte de la premisa de que la manera para lograr una mejor organización social, política y económica es la gobernanza público-comunitaria— es indagar en las posibilidades que ofrece dicha gobernanza como marco para el desarrollo de lo común, y las herramientas con las que la dota el Trabajo Global.

Pero existen diferentes posturas respecto a la forma que debe adoptar una gobernanza público-comunitaria. Desde las corrientes más liberales se busca invitar a la sociedad civil a la participación institucional y evitar el conflicto. Desde la democracia radical se asume que para que dicha gobernanza sea transformadora debe ir más allá de la dimensión institucional y estar conectada al poder transformador de las luchas sociales como el movimiento feminista o el tejido asociativo y vecinal (UCLG, 2019). Desde la tradición emancipadora que se asocia “con la transformación libre y colectiva del mundo que compartimos (…) liberarse consistiría en poder crear y transformar colectivamente nuestras condiciones de existencia” (Garcés, 2013:22).  Desde esa premisa, la emancipación pasa “por la capacidad de coimplicarse en un mundo común”. Esta tradición emancipadora entiende lo común “desde la experiencia autónoma y antagónica del nosotros” (Garcés, 2013:22-23).

 

Es decir, una gobernanza público-comunitaria transformadora requiere la implicación y colaboración de los agentes que ocupan los diferentes sectores para diseñar nuestro mundo, dibujar el marco de lo común. Exige ir más allá del modelo en el que la institución pública invita a participar a la ciudadanía sobre un tema y de una manera concreta, para un fin previamente establecido. Exige que nosotros; que nosotras, como habitantes del mismo mundo, como cuerpos interdependientes de un espacio común nos impliquemos, dibujemos y pintemos los límites, las reglas, los por qués y los para qués; tomar posición, ocupar espacio como cuerpos que somos.

 

Volviendo a la construcción de lo común desde la experiencia antagónica del nosotros, Mouffe (2021) explica que al igual que la democracia necesita del consenso también debe dar espacio a la expresión del conflicto. Por eso, en esta ponencia se propone la gobernanza público-comunitaria como marco para el consenso y para la gestión del conflicto. Como espacio para la profundización democrática, para lo común. Para Mindell (2015:18) “trabajar con el conflicto puede dar lugar a una verdadera cultura de la paz, una cultura que honra las diferencias. Trabajar con el conflicto es creer que el cambio es posible. Los pueblos indígenas de cualquier lugar del mundo saben desde hace tiempo que comunidad y cambio son sagrados”. Y el método que ofrece para ello es el Trabajo Global o el Trabajo de Procesos.

 

En Trabajo de Procesos se entiende que para tejer comunidad es necesario sentarse en el fuego (en el conflicto). Trabajo de Procesos ofrece las herramientas necesarias para “sentarse a corazón abierto en el fuego del conflicto y no quemarse. En Trabajo Global se utiliza el calor del fuego para crear comunidad” (Mindell, 2015:3). Y precisamente de esto trata esta ponencia, de la coimplicación del nosotros; del nosotras para crear comunidad. De sentarse en el fuego sin quemarse. De, como dice Garcés (2013), poner el cuerpo en el fuego; pero en este caso sin quemarse. No al menos para crear comunidad. Este fuego, si se gestiona en el marco de lo común, de la coimplicación y con las herramientas del Trabajo Global, es un fuego que en lugar de quemar da el calor que da un hogar; una comunidad. Y ¿Qué herramientas tenemos para sentarnos en el fuego? ¿Cómo se puede sacar provecho de ese fuego para el beneficio de la comunidad? ¿Qué requiere sentarse en el fuego? Esas preguntas y otras son las que pretende indagar esta ponencia.

Palabras clave: Democracia, gobernanza público-comunitaria, conflicto, común, comunidadad, Trabajo de Procesos.