El presente trabajo pretende analizar el papel de las instituciones de Castilla y León en la conformación de la identidad de la población de dicha Comunidad Autónoma. Es decir, cómo ésta lo ha llevado a cabo.

En 1978 la Constitución Española estableció que España sería un Estado Autonómico, sin llegar a determinar cuáles serían los territorios que conformarían cada una de las Comunidades Autónomas. Como mencionan Arturo de Nieves y Carlos Diz, “algunas Comunidades Autónomas tienen una larga tradición y contenido histórico, mientras que otras fueron diseñadas ex novo”. En el caso de la Comunidad Autónoma protagonista de esta investigación, esta labor fue harto complicada, pues se enfrentó en su conformación a las voluntades autonómicas de Segovia, León, Logroño y Santander – estas dos últimas acabaron formando una Comunidad Autónoma uniprovincial respectivamente – y el problema del condado de Treviño.

Diferentes barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas realizados en los años de historia de la Comunidad Autónoma que analizan la opinión de los ciudadanos con respecto al sentimiento nacionalista, el grado de autonomía deseada y la valoración retrospectiva de la gestión del gobierno autonómico, muestran una gran indiferencia y un fuerte desapego con la Comunidad Autónoma. Pero ¿cómo ha ocurrido esto? En 1978, 200.000 castellanos y leoneses acudieron a Villalar en la última edición acudieron 3.000 personas.

Con todo lo mencionado, la presente investigación parte de la pregunta acerca de cómo han creado – o fallado en crear – las instituciones de Castilla y León una identidad propia entre sus ciudadanos.