El espacio político durante la Modernidad ha tendido a configurarse como cerrado y autosuficiente. Sin embargo, el progreso tecnológico y la crisis ambiental abren inevitablemente este espacio, de modo que se generan problemas en los que se solapan espacios distintos en diversos niveles (desde el plano internacional hasta el intermunicipal).

Esta circunstancia, aparte de conllevar una reflexión en relación con aspectos tradicionales de la teoría política y constitucional (como soberanía o democracia, por ejemplo), tiene también consecuencias prácticas de extraordinaria relevancia, en la medida que exige adaptar la toma de decisiones a ámbitos múltiples y confluyentes, lo que es especialmente complejo cuando dichos ámbitos suponen diferencias culturales importantes (verbigracia, estado-nación tradicional y pueblos indígenas en lugares como América latina). Se pretende, en consecuencia, situar el problema y plantear escenarios de solución en el marco de una idea fluyente de constitución y una consideración no banal del pluralismo político y cultural, apuntado hacia un reconfiguración de la participación ciudadana que, a partir de los problemas ambientales, puede proyectarse hacia otros espacios de decisión.