Wikileaks, Anonymus, el debate entorno a la disposición general segunda de la LES (conocida como Ley Sinde) y, aún más recientemente, las revueltas acaecidas en Egipto, entre otros países, pusieron el foco, aún más si cabe, en el papel político de la Red aunque ella no fuera el agente principal sino, quizás, el más accesible.

En este sentido, cabe plantearse si es posible que Internet escape al control estatal, existe literatura y casos cuyo análisis al respecto que permite dudar de éstas posibilidades a nivel técnico y legal. Siguiendo ésta línea, la “incontrolabilidad” de la Red puede bien ser un fenómeno de dinámicas socio-políticas que se mueven en el plano de la localidad-globalidad simultáneamente.

Por ello, estamos ante un nuevo agente que reclama investigaciones profundas en su formación (software y cultura libre) que permita poner de manifiesto que la Red desplaza, en parte, las lógicas de aparatos políticos como fuente de poder, hacia lógicas de artefactos en red que distribuyen (esto es, desplazan), el poder hacia otros focos y dinámicas no del todo ajenas las unas a las otras.