El carlismo frente a la democracia y la Segunda República: ¿intransigencia estructural o Realpolitik?

Autor principal:
Íñigo Marqués Serrano (Universidad de Zaragoza)
Programa:
Sesión 1, Sesión 1
Día: lunes, 22 de julio de 2024
Hora: 10:30 a 12:15
Lugar: CIRILO ÁLVAREZ (66)

Tradicionalmente, la historiografía ha divido los movimientos políticos modernos entre dos grandes bloques: los democráticos y los antidemocráticos.  Esta profundización es mucho más profunda si cabe en el caso español. Siempre se ha hecho hincapié, por ejemplo, en el carácter corrupto del sistema de la restauración -visión que en los últimos años se ha puesto en entredicho a partir de estudios de autores como Carmen Frías y Carmelo Romero, que han demostrado que no en todas las provincias españolas triunfaban los partidos dinásticos y que el voto a los grandes oligarcas no respondía a la extorsión, sino a fines utilitarios- o la división de las fuerzas políticas de la Segunda República desde un primer momento entre demócratas y antidemócratas. Es esta última visión la que, mediante nuestro estudio, buscamos transformar.

                Desde el campo de la historia ha sido demostrado que la República no nació muerta, que propuso ideas innovadoras y bien formuladas, y que la concepción de proyecto fallido desde su mismo nacimiento fue interesadamente difundida por la historiografía del franquismo. Numerosos autores como Paul Preston -“La destrucción de la democracia en España”, Ediciones Turner, 1978- o Ángel Viñas -“El gran error de la República”, Crítica, 2021- han buscado responder a la pregunta anteriormente formulada. Casi todos ellos inciden en como la República supuso un jaque al statu quo social de la época y que este fracaso, fundamentalmente, por su incapacidad de contentar a los sectores revolucionarios que la habían aupado al poder. De esta posición, y en relación con nuestros planteamientos iniciales, podemos extraer una pregunta que ha suscitado a lo largo del tiempo innumerables polémicas: ¿pudo la República haber atraído hacia sí parte de las fuerzas reaccionarias y haber desactivado sus ambiciones rupturistas? Autoras como Pura Sánchez nos dice que este planteamiento sería erróneo incluso durante el propio periodo republicano, que “se cometió un error de planteamiento: pensar que si se pausaba el ritmo de los cambios, las fuerzas reaccionarias se tranquilizarían, lo que no iba a suceder en modo alguno”. Esta afirmación es sin duda cierta desde finales de 1931, pero, ¿podría verse desde un prisma diverso en los primeros meses de la República?

                Nuestro estudio, buscando aportar visiones nuevas, propone analizar la actitud de un movimiento que, desde el inicio -según la historiografía tradicional y los esquemas políticos tradicionales-, estaría totalmente opuesto a la democracia y el régimen político republicano: el carlismo. Como demostramos, la visión del mismo como un constructo anacrónico ya en tiempos republicanos es interesada y no solo difundida por la tradición historiográfica liberal decimonónica, sino también por la franquista. Siguiendo las ideas de Jordi Canal, se trata de un movimiento político único en la historia de España por su larga pervivencia, la cual deriva de su gran capacidad de adaptación a los diferentes sistemas políticos imperantes. Con esto, es inviable pensar que al hablar del carlismo durante la Restauración, la República y la Guerra Civil hablamos del mismo movimiento; de la misma forma que es inviable pensar que el carlismo del comienzo de la Segunda República era el mismo que el de sus postrimerías, cuando se convirtió en un movimiento totalmente masificado, un catch-all que había tomado por bandera la defensa de la religión beneficiándose de la cada vez más creciente radicalidad política.

                Al inicio de la Segunda República encontramos un carlismo totalmente debilitado y guiado por los preceptos de la Realpolitik -concepto anacrónico que utilizamos de una forma intencional-. De esta forma, encontramos elementos tan interesantes como que, con la proclamación de la República el pretendiente carlista Don Jaime publicó un manifiesto denotando neutralidad, que no oposición, ante el nuevo régimen, y en el que condicionaba su apoyo al mismo en función de la deriva que tomase -Ferrer, 1958, p.107-. Llegaría incluso a instar a los partidarios del carlismo a colaborar con la República en pos de la creación de una gran federación de nacionalidades ibéricas -Zavala, 1977, pp.24-, casando además con los principios de la reforma agraria que propugnaban los sectores republicanos más radicales en función de la defensa de algo similar a lo que Marx y Engels denominarían como socialismo feudal. Esta posición, la del carlismo como bastión del agrarismo comunalista frente al liberalismo burgués industrial, es la que muestran algunos autores como José Luis Villacañas Berlanga en “Historia del poder político en España” -2014, RBA- o Josep Fontana en “Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX -1973, Ariel, p.162-.

                En cambio, durante los primeros meses de la República las posiciones del carlismo frente al nuevo sistema democrático cambiarían radicalmente. La defensa del proceso de reocomunalización se abandona y se abraza la defensa ante todo de la religión, que se había convertido en el principal elemento movilizador. Debemos señalar que el anticlericalismo y la violencia antirreligiosa de los sectores izquierdistas más radicales, que se vieron materializadas en los incendios de iglesias y conventos de 1931, fueron claves en determinar la transformación de las posiciones carlistas frente a la República y frente a su propio ideario: de primar la defensa del conjunto de valores tradicionales, fundamentales para movilizar a sus masas, y la neutralidad frente a la República, a centrarse en la defensa radical de la religión como único elemento movilizador. Y de observar con condescendencia al nuevo sistema democrático, que había supuesto el fin a la persecución a la que se había visto sometida el carlismo durante la dictadura de Primo de Rivera y que se veía como una forma de expandir el ideario carlista en toda España, ha rechazarlo radicalmente.

Por todo esto, nuestro estudio pretende mostrar una fase concreta de la evolución de la cultura política carlo-tradicionalista, el periodo de 1931, y utilizar el mismo para comprender que parte de las fuerzas reaccionarias que terminaron oponiéndose de forma contundente a la democracia, no lo hicieron desde un primer momento. Mediante la elección del estudio del posicionamiento del carlismo frente a la democracia buscamos crear, si cabe, un impacto mayor, al presentar una cultura política cuya posición había sido presentada siempre en contra de la democracia y que cuesta imaginar de otra forma al defender ante todo el regreso al Antiguo Régimen. Como veremos, de la misma forma que el marxismo-leninismo comprendía el estado como un mal temporal necesario para desarrollar la nueva sociedad socialista, el carlismo consideró durante un breve periodo de tiempo la democracia como un mal necesario para restaurar parte de los ideales tradicionalistas, en especial el regionalismo… y, adoptadas ya las posiciones más intransigentes frente a la república, nunca rechazaría el juego democrático, comprendiéndolo como un elemento fundamental para lograr la difusión de su ideario como ya había realizado durante la segunda mitad de la restauración. Además, veremos cómo la transformación del posicionamiento carlista frente a la democracia se produjo a partir de la confluencia de factores externos -radicalización de las izquierdas revolucionarias, renacimiento de la cuestión religiosa…- e internos -muerte de don Jaime y llegada a la dirección de Alfonso Carlos, llegada a la dirección del partido de grandes oligarcas a partir de su posición económica y no por sus méritos en cuanto al activismo socio militar…- catalizados por la constante radicalización política del periodo republicano. 

 

Bibliografía:

Preston, Paul (1978): La destrucción de la democracia en España. Madrid: Ediciones Turner.

Viñas, Ángel (2021): El gran error de la República. Barcelona: Crítica.

Ferrer, Melchor (2021): Breve historia del legitimismo español. Madrid: Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II.

Zavala, José María (1977): Partido Carlista. Bilbao: Albia.

Villacañas, José Luis (2014): Historia del poder político en España. Barcelona: RBA.

Fontana, Josep (1973): Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX. Barcelona: Ariel.

Belloc, Hilaire (2010): El estado servil. Madrid: El Buey Mudo.

Marx, Karl/Engels, Friedrich (1980): El capital. Madrid: Siglo XXI.

 

Palabras clave: Segunda República, democracia, carlo-tradicionalismo, cultura política, realpolitik, catch-all, posibilismo, mal menor, cuestión religiosa, tradicionalismo, reacción, integración, jaimismo, integrismo.