El concepto de dispositivo biopolítico de consumo
- Programa:
- Sesión 5, Sesión 5
Día: martes, 23 de julio de 2024
Hora: 11:00 a 12:45
Lugar: CIRILO ÁLVAREZ (66)
El concepto de dispositivo biopolítico de consumo.
Xavi Cava (UB)
En el capitalismo avanzado o postfordista el consumo de la clase trabajadora es uno de los principales motores que alimentan el proceso de valorización del capital. Este papel protagonista no es fruto del azar ni de una evolución espontánea: es el resultado de una estrategia deliberada iniciada con el fordismo, y destinada desde un principio a subsumir ese consumo en el seno de los procesos de acumulación capitalista. Esta estrategia implica no solo la transformación de la clase trabajadora en una clase trabajadora-consumidora (la denominada habitualmente "clase media", característica del fordismo tardío), sino también la producción de una compleja estructura de medios de consumo destinados a facilitar e incentivar su actividad consumidora.
El concepto de medio de consumo es análogo al de medio de producción, pero entre ambos existen importantes diferencias; entre varias razones porque el consumo, a diferencia del trabajo, no está reglado formalmente ni se ajusta a un contrato que obliga a los firmantes. La actividad de consumo es (en principio) libre, lo que significa que la mediación que se establece entre el consumidor y los servicios y bienes de consumo no puede ser coercitiva ni estar sujeta a una administración rígida. Como consecuencia el análisis de la naturaleza y funcionamiento de los medios de consumo ha de tener lugar desde una perspectiva amplia y multidireccional.
Esta perspectiva ha de incluir, como mínimo, tres grandes ejes que comprenden a los medios de consumo, respectivamente, en tanto que infraestructuras, en tanto que instituciones y en tanto que dispositivos biopolíticos. Notemos que no se trata de tres tipos diferenciados de medios de consumo, sino de tres miradas diferentes sobre ellos; de hecho, y con frecuencia, un mismo medio de consumo podrá ser concebido alternativamente como una infraestructura, como una institución social o como un dispositivo biopolítico. Siendo así, si en el primer caso atenderíamos a los elementos materiales y organizativos que hacen posible una determinada actividad de consumo (elementos que, en última instancia, han de ser entendidos en tanto que capital invertido en la función mediadora en el consumo), y en el segundo lo haríamos respecto de las instancias socio-económicas encargadas de regular y reproducir las relaciones sociales de consumo (desde la misma institución familiar hasta, por ejemplo, las vacaciones retribuidas y la cultura que se genera a su alrededor), en el caso de los dispositivos biopolíticos el acento se pondrá en el nivel de las prácticas concretas, de las micro-relaciones de poder/saber, de los hábitos cotidianos y de los mecanismos de comportamiento localizados alternativamente en los planos consciente, inconsciente y pre-consciente del individuo.
En este sentido los dispositivos biopolíticos de consumo se van a revelar como mecanismos reguladores (sobre todo) del comportamiento cotidiano. Como éste, mutan y evolucionan de forma más ágil que las infraestructuras o las instituciones de consumo: en este sentido hacen referencia a la parte más epidérmica -aunque no por ello menos importante- del funcionamiento de los medios de consumo. Estos dispositivos se animan en el espacio de los nexos materiales en los que el individuo se vincula los bienes a través de las estructuras de consumo, y por los nexos que ligan a los individuos entre sí en tanto que participantes de las actividades de consumo. En la medida en la que esos nexos tienden a conservar una regularidad, los dispositivos que los habitan se reproducen y evolucionan con ellos en el tiempo.
Por último, el ámbito de los dispositivos biopolíticos es uno de los más determinantes en relación a la formación de la subjetividad consumidora, pues se constituyen en uno de los principales mecanismos mediante los que se materializa la producción y la reproducción del pensamiento en el día a día. Esta constitución tiene lugar en el nivel de los discursos (por ejemplo, en la relación consumidor-publicidad) en el nivel de los hábitos (como el de los patrones de compra semanal en el supermercado), y en el nivel de las relaciones concretas de poder/saber (como en la forma que el consumidor trata de distinguirse de sus pares adquiriendo determinados bienes de consumo), entre otros. A través de estos dispositivos, por tanto, la subjetividad consumidora integra y encarna tanto valores que guían la acción como protocolos de comportamiento, esquemas corporales o modelos de catexis.
Los dispositivos de consumo, en definitiva, se revelan como una dimensión esencial en la comprensión de la estructura y funcionamiento de la esfera de consumo contemporánea en la medida en que regulan el comportamiento consumidor, tanto si a) se organizan de forma autónoma a partir de las "fricciones" que se originan en el nexo entre consumidor y bien de consumo, como si b) son inducidos desde la dimensión institucional (la publicidad, por ejemplo) y/o la dimensión de las infraestructuras (la organización de los supermercados, o la de la red de carreteras y autopistas, por ejemplo) de los medios de consumo.
Palabras clave: Dispositivo biopolítico, consumo, capitalismo, hábito, subjetividad