La aparición del Foro Social Mundial permitió lanzar la consigna “otro mundo es posible” tras la larga travesía del desierto durante la fase privatista del ciclo impulsado por el neoliberalismo desde mediados de los años 70. No por casualidad originado en Brasil en 2001, el FSM venía a poner de manifiesto una nueva voluntad de colaboración en el campo progresista, entre izquierdas institucionales y sociales para promover una agenda posneoliberal reconfigurando el intercambio de recursos, ideas, campañas y activistas. Sin embargo, en el caso de Madrid este intercambio ha mostrado severas limitaciones que evidencian una importante brecha socio-ideológica, generacional y política entre las izquierdas institucionales y sociales, que llevan a interrogarse sobre sus causas ideológicas y culturales. Datos de encuestas realizadas a participantes en la edición de 2011 y entrevistas a activistas dan pie a lanzar una serie preguntas sobre la importante brecha que vive el campo progresista madrileño.