La democracia plantea un sin fin de retos, un porvenir constante que nos mantiene en la vorágine del cambio. En la senda de la construcción democrática, el liberalismo ha asentado las bases sobre las que se erige el ideal democrático, no sin dificultades y contradicciones que han ido modulando el camino de la democracia. Este proceso de evolución ha determinado cambios en las formas democráticas, al tiempo que se ha intentado consolidar modelos sustantivos, alejados de su carácter formal más primitivo. El horizonte queda abierto sobre de qué formas se puede dotar de mayor sustancia a las democracias, de cara a los fines de la sociedad política y el individuo. En esta tesitura, resulta de interés observar el desarrollo del liberalismo como teoría política de la modernidad, así como el lugar que ocupa en la actualidad. Para ello, haremos uso de las aportaciones de John Gray, que desde una perspectiva contemporánea, nos permite juzgar la situación de las democracias en el marco de la tradición discursiva liberal. A partir de ahí, consideraremos en qué medida las contribuciones son útiles para dotar de sustancia a las democracias y plantear un futuro de las mismas.