El  gnosticismo de la Antigüedad es un objeto de estudio poco explorado por la teoría política contemporánea, a pesar de tratarse de  un fenómeno político e intelectual con fuertes ecos en el pensamiento político moderno. La percepción de habitar en un mundo intrínsecamente malo al que los seres humanos hemos sido arrojados por potencias maléficas supone el rasgo más característico de las doctrinas gnósticas que surgen en los primeros siglos del cristianismo. A partir de los rescoldos del helenismo, aparece una actitud de cuestionamiento radical  tanto de la religiosidad como del pensamiento filosófico tradicional que, sin embargo, también se pierde en el laberinto de las categorías griegas con las que pensar el mundo interno del ciudadano. La solución final  a una vida entendida como una prisión del espíritu se logrará a partir de un tipo especial de conocimiento (gnosis) al que sólo pueden acceder los iniciados en estas doctrinas de salvación.