La última década ha sido especialmente fructífera en el desarrollo de movimientos políticos críticos con el liberalismo político y su concepción de una sociedad que abraza el pluralismo. Si en décadas previas eran ciertos movimientos sociales quienes pretendían ensanchar los límites del liberalismo, enfrentándose a una neutralidad que habría sido incapaz de integrar las demandas de toda la ciudadanía, en los últimos años se han consolidado fuerzas políticas con poder institucional que van del recelo a la crítica frontal al liberalismo político. En este contexto, marcado por la incidencia de diversas crisis en las instituciones democráticas, cabe preguntarse en torno al modo en que el auge de la extrema derecha, los nuevos movimientos populistas o la irrupción institucional de las demandas identitarias posmodernas podrían favorecer una mutación, un replanteamiento o un reforzamiento del liberalismo. En ese sentido, aunque todos ellos parten de una perspectiva “iliberal”, desde el ámbito teórico se puede precisar la forma en que cada uno de ellos se opone al liberalismo político, marcando una diferencia entre quienes abogan por nuevas concepciones de la participación política y quienes promueven un repliegue en favor de identidades ancladas en la tradición. De ese modo, afianzando teóricamente las diferentes concepciones de liberalismo se podría comprender mejor sus posibles consecuencias institucionales. Esta mesa propone analizar algunos de los retos a los que se enfrenta el liberalismo político en la actualidad. El grupo está especialmente interesado en propuestas que analicen la relación entre liberalismo, pluralismo y democracia desde una perspectiva histórico-teórica, así como sobre los problemas que se derivan de esta relación en el contexto actual. ¿Qué tipo de liberalismo podría alentar un reforzamiento de las estructuras de la democracia representativa? ¿Cuál es la relación entre pluralismo y democracia? ¿Existe una necesaria oposición entre populismo y pluralismo político? ¿Cómo afectan las diversas formas de concebir la política de la identidad y la diferencia al contenido doctrinal del liberalismo político? ¿Conviene encuadrar propuestas muy diversas dentro de la etiqueta “iliberal” o supone una lectura acrítica de planteamientos muy diversos? ¿Puede el liberalismo convivir con un renacer de la participación política como voluntad colectiva?