La transformación del hecho nacional español como un fenómeno que antes se pretendía ver como “único, grande y libre” y ahora se imagina como “súper, cálido, frágil, místico, especial y melodioso” exige tomar en consideración cuál es la realidad del fenómeno nacional con la idea de pluralidad política. Desde la aprobación del texto constitucional hace 40 años –donde se hace una verdadera filigrana semántica sobre el concepto de lo nacional- hasta los actuales debates sobre el fenómeno de la nacionalidad en España, pasando por la famosa pregunta Linz-Moreno question sobre la forma de analizar la posible mixtura de la identidad nacional subjetiva, todas las líneas de trabajo comparten uno hilo conductor: tratar de delimitar hasta qué punto la plurinacionalidad política es o no un diagnóstico patógeno con efectos más o menos limitados que pueden ser monitorizados para conocer su alcance político. Es decir, un trabalenguas que hay que descifrar para disciplinarlo. En menos ocasiones se ha partido de la hipótesis de hasta qué punto este trabalenguas es un simple juego lúdico del cual no hay nada que descifrar porque los actores políticos, finalmente, han comprendido que la nacionalidad en España no tiene solución y el objetivo de la política nacional española es intentar optimizar dicho escenario de simples máscaras retóricas, encontrando sus ventanas de oportunidad y jugando con sus múltiples riesgos, de forma azarosa. El objetivo de esta ponencia será analizar qué indicadores permiten comprobar mejor cómo los distintos actores se posicionan ante el fenómeno del trabalenguas plurinacional en España.