El interés por la política como ocupación se remonta en sus orígenes a los clásicos del elitismo (Michels, Weber) y la profesionalización y la carrera profesional de los políticos ha constituido uno de las principales temas en el estudio de las elites políticas, tanto en Europa (King 1981, Von Beyme 1993, 1996; Blondel y Thiebault 1991, Borchert y Golsch 1995, Botella 1997, Recchi 1999, Best y Cotta 2000, Borchert y Zeiss 2003; López Nieto 2004, ), como en Estados Unidos, de la mano de la teoría de la ambición política (Schlesinger 1966, Black 1972, Hain 1974, Rohde 1979, Fowler 1979, Hain, Roeder y Avalos 1981, Brace 1984, 1985, Francis y Baker 1986, Abramson et al. 1987, Fowler y McClure 1989, Canon y Sousa 1992, Kiewiet y Zeng 1993, Francis 1993, Williams y Lascher 1993, Wayne y Kenny 2000, King 2000, Palmer y Simon 2003, Maestas et al. 2006). Entre toda esta literatura, sin embargo, no ha existido un análisis sistemático de dichas carreras desde el punto de vista del prestigio que los políticos atribuyen a las distintas posiciones que pueden llegar a ocupar. Este análisis resulta necesario si se quiere comprender y explicar las dinámicas de las carreras políticas, tanto en el tiempo como desde el punto de vista de la movilidad entre diferentes niveles de gobierno (local, regional, estatal, supranacional) como dentro de éstos (distintas posiciones dentro del ejecutivo y/o legislativo). Con el objeto de contribuir a dicho estudio sistemático, en este paper se presenta la primera propuesta de una escala subjetiva de prestigio, en la que se clasifican un total de 25 posiciones políticas, tanto electivas como ejecutivas, y abarcando los diferentes ámbitos de gobierno. Esta escala ha sido elaborada a partir de una encuesta realizada en 2009 a 80 diputados nacionales, como parte del proyecto “Análisis dinámico de las carreras políticas en el sistema político español”, financiado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía (P08-SEJ-04032)”.