Desde que Aristóteles definió las emociones como "pathos", y por lo tanto, como un sufrimiento o enfermedad del alma, estas disposiciones han sido mayormente consideradas como opuestas a la razón y, por lo tanto, fuera del ámbito de la ciencia. Mientras que la neurociencia y la psicología superaron hace tiempo este prejuicio, otras ciencias sociales han comenzado recientemente a prestar atención a las emociones, ya sea como objeto de investigación o como una fuente de variación que podría afectar al objeto principal bajo estudio. La Ciencia Política ha recurrido a las emociones como un posible factor explicativo en las últimas dos décadas, en paralelo a una pérdida de hegemonía del paradigma de la elección racional. Este cambio de perspectiva sobre las emociones y su influencia en la política es un fenómeno que merece más atención académica. Las emociones desempeñan un papel esencial en la toma de decisiones políticas, la formación de identidades políticas y la interacción entre ciudadanos y actores políticos. A medida que la ciencia política avanza en su comprensión de cómo las emociones influyen en la política, éstas se vuelven aún más importantes para el análisis político en un mundo en constante cambio. Sin embargo, aún queda mucho trecho por recorrer antes de alcanzar un mínimo consenso en cuanto a una serie de preguntas cruciales. ¿Cuáles son las emociones más relevantes para entender el comportamiento político de la ciudadanía? ¿Cuál es su relación con otros fenómenos de naturaleza subjetiva y aparentemente similar, como la polarización o las actitudes afectivas? ¿Es más acertado considerar emociones discretas (concurrentes o no) o dimensiones emocionales complejas, como el resentment? ¿En qué medida tienen un efecto realmente independiente y exógeno de otras actitudes, rasgos individuales y comportamientos? ¿cuál es su papel como heurísticos en la toma de decisiones? ¿Cuáles son los mejores instrumentos de medida para capturar su efecto? ¿Son algunas familias ideológicas (e.g. extrema derecha) o actitudes (e.g. populismo) más sensibles que otras a su impacto? ¿Son realmente inmediatas, o más bien se comportan como estados estables de largo recorrido? ¿Qué tipo de modelos y diseños de investigación nos permiten capturar su efecto, de acuerdo a las principales perspectivas teóricas? Este Grupo de Trabajo se propone como un espacio de reflexión y colaboración donde académicos e investigadores de diversas disciplinas pueden explorar y debatir el papel e influencia de las emociones en la política. Esperamos recibir propuestas de investigación que describan, exploren y expliquen el papel de las emociones en la dinámica de la política contemporánea. Invitamos a académicos, expertos y estudiantes en todos los estadios de su carrera académica a presentar trabajos relacionados con la medición y análisis de las emociones políticas, así como a explorar las distintas metodologías y herramientas que permiten comprender mejor este aspecto crucial de la política. Asimismo, serán bienvenidos los trabajos que abunden en los aspectos colectivos de las emociones, como los distintos marcos de encuadre que utilizan los movimientos sociales, los medios de comunicación y las élites -por cualquier medio, incluidos campañas y redes sociales- para provocar dichas emociones en la ciudadanía. Analizaremos cómo los actores políticos y las organizaciones utilizan estrategias emocionales para movilizar y persuadir a la población, así como la manera en que las emociones pueden contribuir a la formación de identidades políticas específicas y a la toma de decisiones de índole política en la ciudadanía. Esperamos que este llamado atraiga a aquellos interesados en abordar esta cuestión fundamental y en avanzar en nuestra comprensión de cómo las emociones dan forma a fenómenos del comportamiento y la opinión pública.