Con la presente propuesta, proponemos analizar el uso que el terrorismo hace de las nuevas tecnologías de la comunicación para conseguir sus finalidades (políticas y económicas, si bien las segundas al servicio de las primeras). En este sentido, las nuevas tecnologías de la comunicación permiten a las organizaciones terroristas no sólo difundir su ideología (mediante un discurso  maniqueo y simplificador de la realidad), proyectar un mensaje con el que intentan aterrorizar a la sociedad y provocar el desistimiento por parte de los gobiernos, sino que también incrementan las opciones de adoctrinar, radicalizar y reclutar. Este último fenómeno se pudo observar con motivo del confinamiento derivado de la pandemia covid 19. Al respecto, ante las menores opciones de atentar, las organizaciones terroristas incrementaron el manejo de las nuevas tecnologías de la comunicación para adoctrinar y, en consecuencia, extender su credo ideológico.

En particular el Dáesh, y también organizaciones como Al Qaeda, han sabido adaptarse a este nuevo entorno tecnológico, lo que ha provocado la consiguiente respuesta, jurídica y política, por parte de Estados y Organizaciones Internacionales. Desde la perspectiva de la seguridad, se han convertido en un reto fundamental contrarrestar con medidas políticas y legales este nuevo escenario, en el cual las nuevas tecnologías de la comunicación deberían desempeñar una función crucial a la hora transmitir una contranarrativa eficaz.