El terrorismo ha hecho un uso intensivo de Internet  sacando provecho de  las múltiples potencialidades del ciberespacio. Sin embargo, esta tecnología también tiene un reverso negativo para estos grupos. Si bien, unas de las facetas de Internet que más preocupación ha despertado es su capacidad para facilitar los procesos de radicalización violenta que llevan a los individuos a sumarse a las redes terroristas o emprender iniciativas violentas, no es menos cierto que este mismo instrumento  puede generar  el efecto contrario: facilitar el abandono individual de la violencia terrorista y debilita la legitimidad y capacidades de estos grupos.

En esta comunicación, centrada de manera monográfica en el terrorismo de inspiración yihadista,  se abordan las dos dimensiones de este fenómeno: por un lado, se analizan aquellas características de Internet que tienen una repercusión positiva para emprender o potenciar los procesos de desradicalización terrorista y debilitamiento del discurso radical. Y por otro lado, se abordan las prácticas puestas en marcha por estos grupos para neutralizar o aminorar los efectos perjudiciales que pueden tener estas iniciativas radicadas en el ciberespacio.