La desinformación supone una amenaza tanto para el funcionamiento de las sociedades democráticas, como para los valores, ideas y normas sobre las que se asienta el orden internacional liberal que hoy conocemos. Los gobiernos de las grandes potencias, inmersos en un proceso de transición de poder en un orden liberal internacional cada vez más cuestionado, asumen que los procesos de desinformación tienen y tendrán una importancia estratégica en la configuración futura del sistema internacional.

Por ello, la desinformación es hoy en día considerada una cuestión de seguridad. A lo largo de las últimas décadas el concepto se fue modificado sustancialmente con la llegada de innovaciones tecnológicas y comunicativas a gran escala, hasta abordado desde diversas perspectivas y estudiado de una manera mucho más amplia.

Así, por ejemplo, lo entendieron los estudiosos de la Teoría de la Securitización, cuya principal premisa es que un asunto se convierte en una amenaza, problema o vulnerabilidad por haber sido escenificada como tal.  Es decir, a través de los discursos de diversos actores algo es categorizado como amenaza. A través de un análisis crítico del discurso, algunos asuntos de la agenda internacional son progresivamente desviados del debate común y elevados a rango de emergencia. En otras palabras, la securitización representa un acto extremo de politización de una cuestión.

La Unión Europea, ha sido uno de los actores principales en la securitización de la desinformación. Por ello, a través de esta propuesta, se pretende estudiar cómo ha sido el proceso de securitización, cuáles son sus consecuencias y los intereses de las instituciones europeas en este proceso.