El movimiento de contestación popular contra el V mandato del presidente Abdelaziz Bouteflika en 2019, el “Hirak”, aceleró un proceso de desestabilización de los frágiles equilibrios de poder interno. El componente más fuerte y estable del sistema político argelino, el ejército, consiguió restablecerlos e imponer una hoja de ruta con una reconfiguración civil de un poder político de fachada con la elección de Abdelmajid Tebboune  en las presidenciales de diciembre de 2019, marcadas por una alta tasa de abstención. Este indicador inequívoco de la falta de legitimidad del nuevo presidente se repitió en los procesos electorales posteriores (legislativas en junio de 2021, locales en diciembre de 2021 ).

Para legitimarse las élites políticas en Argelia han recurrido siempre a la historia de la liberación nacional del que extrajeron toda la retórica asociada a la etapa revolucionaria fundacional del estado argelino tanto en su dimensión interna (papel político de la familia revolucionaria) como externa (diplomacia revolucionaria de los años 70 y apoyo a las “causas justas”). En esta comunicación se analiza el proceso de reactualización de estos registros tradicionales de legitimación utilizado por el poder en un contexto internacional y regional marcado por la multiplicación de crisis (invasión rusa de Ucrania en 2022, guerra de Israel contra Hamas en la Franja de Gaza en 2023) y la contestación creciente del orden liberal internacional.