Las teorías feministas y de género han cuestionado la neutralidad de género tanto de las políticas en general como del propio proceso de elaboración de las mismas. Siguiendo las directrices de la estrategia del ‘mainstreaming’ de género aprobada por una mayoría de gobiernos en la Plataforma de Acción de Pekín (1995), la evaluación, al igual que la planificación y la implementación, debe ser hecha desde una perspectiva de género. Sin embargo, mientras que las otras fases del proceso han sido más estudiadas desde los estudios de género y la ciencia política, la evaluación sigue siendo una fase mucho menos estudiada y analizada. ¿Qué significa hacer evaluación desde la perspectiva de género? ¿Qué tiene que ocurrir para que ésta sea posible? Por un lado, parece que la crisis está afectando de manera diferencia da a hombres y mujeres por el hecho de serlo, y además a las propias políticas de género. Por otro lado, está afectando también a las propias posibilidades de la evaluación. ¿Tiene entonces alguna posibilidad la evaluación desde la perspectiva de género como una forma de poner el género en el centro de atención y de devolver la atención al género en los procesos de elaboración de las políticas públicas?