Cada revolución tecnológica ha impactado en las dinámicas nacionales, así como en las relaciones entre los Estados. Generó ventanas de oportunidades (la creencia en el progreso y el bienestar) y formuló desafíos para los Estados y las sociedades. Después de la crisis 2008, en la arena internacional se han manifestado una serie de desafíos estructurales: la crisis de la autoridad y del ligerazgo, el rechazo de los valores universales. En la escena doméstica la población muestra signos del malestar con la governabilidad democrática. Nuevos actores se benefician del descontento social, tildan la democracia como un régimen que carece mecanismos del control para paliar los efectos negativos de la globalización y del cambio de los ciclos tecnológicos. Apuntan al agotamiento del contrato social y interpretan la legitimidad en el marco de las narrativas securitarias (Rusia) o del bienestar económico (China). Se aplican las prácticas proteccionistas y la globalización se responsabiliza del deterioro económico de las naciones. En pararelo, el funcionamiento eficaz de los organismos de la gobernanza global está paralizado por las guerras económicas y convencionales que involucran las grandes potencias (China, EEUU, Rusia). La ponente ofrecerá a debatir dos aspectos interrelacionados con la crisis sistémica de la gobernanza global: la crisis del contrato social vigente a causa de los impactos que plantea la revolución industrial 4.0, y la lucha por la imposición en la arena internacional de un nuevo marco normativo (la interdependencia frente a los poderes incontestados del control estatal) y ético (relativismo cultural frente a los valores universales).