La derrota del peronismo frente al libertario Javier Milei en Argentina refleja el agotamiento del proyecto progresista en el país, escenificado durante la propia gestión del Gobierno de Alberto Fernández. Un síntoma que puede extenderse a otros países de la región, sobre todo si se contrasta con la primera década y media del siglo XXI, cuando las opciones de izquierda parecían dominar el mapa político e ideológico de América Latina. Si se toma en cuenta este contexto, surge una interrogante sobre el estado actual de la izquierda latinoamericana: ¿se encuentra estancada o vive un periodo de recomposición? Al entusiasmo inicial que generaron las victorias de Gustavo Petro en Colombia y Gabriel Boric en Chile, le ha seguido un creciente escepticismo -cuando no pesimismo- sobre su capacidad transformadora; Luis Arce en Bolivia, Lula da Silva en Brasil o Xiomara Castro en Honduras parecen vivir la segunda parte de procesos que comenzaron a principios de siglo, pero sin el empuje ni el apoyo de entonces; el correísmo no logró vencer en Ecuador y Pedro Castillo fue destituido en Perú; en México, el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se agota y, a pesar del posible relevo de Claudia Sheinbaum, emergen las dudas sobre cuál será el proyecto de Morena después de su mandato. Por no mencionar el atolladero en que se encuentran inmersas Cuba, Venezuela y Nicaragua y su ausencia de democracia. El objetivo de este grupo de trabajo es, por tanto, reflexionar sobre el estado del progresismo en América Latina y abordar algunas de las siguientes cuestiones: - ¿Qué respuestas está dando a los grandes retos globales? (como energía, cambio climático, conflictos internacionales o desigualdad) - ¿Qué alternativas políticas representa? (ideología, programas electorales, valores, concepciones sobre la democracia) - ¿Qué procesos organizativos la caracterizan? (partidos políticos, alianzas electorales, relación con movimientos sociales)? - ¿Cuáles son hoy sus bases sociales? (clases populares, clases medias, economía informal, sectores organizados, intelectuales) Para ello, son bienvenidos tanto estudios de carácter más teórico como empírico, que incluyan tanto estudios de caso como de política comparada, tanto en el ámbito de las instituciones, como en el de los actores políticos y sociales o las políticas públicas.