La preocupación por el estudio de las actitudes democráticas de los ciudadanos ha sido un tema recurrente en la literatura empírica de la democracia. Desde que en 1963 Gabriel Almond y Sidney Verba publicaran su libro The Civic Culture, numerosas investigaciones se han preocupado por analizar las actitudes y pautas culturales por las que los ciudadanos se relacionan con su sistema político (Klingemann y Fuchs, 1995; Norris, 1999; Pharr y Putnam, 2000; Dalton, 2004; Torcal y Montero, 2006). Sin embargo, a pesar de lo valiosa y fructífera que ha sido toda esta literatura, en los últimos años se están haciendo evidentes algunos síntomas de su agotamiento, fruto, principalmente, de que apenas se ha producido en la disciplina innovación teórica o metodológica alguna. De hecho, una crítica cada vez más frecuente a estos estudios es que muchos de los indicadores que utilizan reflejan más bien ciertos prejuicios bastante extendidos sobre la clase política y los dirigentes, antes que percepciones reflexionadas sobre el modo en que funciona el sistema político y la democracia. En los últimos años, las encuestas temáticas sobre “Calidad de la Democracia”, realizadas en España por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y en Portugal por el Instituto de Estudios Sociales de la Universidad de Lisboa, han aportado un nuevo marco para el análisis de las orientaciones y evaluaciones que los ciudadanos hacen de su democracia. El objetivo de este trabajo será demostrar la mayor adecuación de estos “nuevos” indicadores, en contraposición con los indicadores “tradicionales”, para medir las opiniones y actitudes democráticas de los españoles, debido a algunos problemas de validez y formulación que presentan los indicadores tradicionales y que raramente han sido tenidos en cuenta por la literatura.