Los conflictos del pasado han reaparecido en la escena política como uno de los temas que los partidos políticos, tanto los partidos tradicionales como los denominados nuevos partidos utilizan para posicionarse en el tablero político. Si durante la transición a la democracia en España, las élites políticas llegaron a un acuerdo para dejar de lado el pasado y no utilizarlo como arma política, en la actualidad el pasado está de nuevo muy presente la agenda política y surgen posiciones enfrentadas en torno a medidas como la exhumación de Francisco Franco o la aprobación de la Ley de Memoria democrática. Las posiciones en torno a las cuestiones relativas a la memoria histórica en España se dividen entre los partidarios del olvido y de “dejar el pasado atrás para no reabrir heridas” asociado a la posición ideológica de derechas y, los que son más partidarios del reconocimiento y reparación de las víctimas de los crímenes cometidos durante la guerra civil y el franquismo asociado con la izquierda. Esta división se ha intensificado con la entrada de Podemos y Vox en el Congreso, desplazando la competición partidista a los extremos, especialmente en algunos temas como es el caso de los que tienen que ver con la memoria histórica. Sin embargo, el fenómeno de la polarización en torno a la memoria histórica no ha sido apenas estudiado. La polarización ha sido objeto de una atención académica creciente en los últimos años, tanto en contexto norteamericano (Iyengar et al., 2019) como en el contexto europeo (Reiljan, 2020). En la literatura comparada, España a menudo aparece como uno de los países donde se dan niveles más altos de polarización (Gidron, Adams y Horne, 2020). Factores como el cambio en la oferta partidista o la situación en Cataluña parecen haber contribuido a aumentar la polarización. Sin embargo, la literatura también ha señalado que la polarización se extiende de manera asimétrica por los temas que están el debate público (Jurado y Riera, 2018; Simón, 2020; Miller, 2020) y que las élites políticas pueden contribuir o desactivar esta polarización (Barrio y Rodríguez Teruel, 2017). Además de aspectos ideológicos o el conflicto territorial, la presencia del pasado en la agenda pública parece ser un acicate para la polarización política y el incremento de la distancia entre actores. Este grupo de trabajo se interesa por analizar los temas de memoria histórica y su posición en la agenda política, prestando atención a los discursos de los partidos políticos y sus programas electorales o el papel de los medios de comunicación o actores internacionales. Del mismo modo, este grupo se interesa en examinar cómo los objetos actitudinales como las actitudes hacia el pasado y las políticas de memoria pueden contribuir a activar la polarización. Metodológicamente, nos interesa explorar la interacción entre distintos actores (élites políticas, sociedad civil, ciudadanía). Durante la discusión nos gustaría que dialogaran entre sí estudios que exploren el comportamiento de las élites respecto de esta materia como las consecuencias sobre el comportamiento de la ciudadanía con una perspectiva longitudinal.