Uno de los elementos más corrosivos de nuestra Democracia es, sin duda alguna, el uso del populismo por nuestros actores políticos. Pero no se trata tanto de concebir este concepto como una ideología, una tendencia política o una forma de entender la política sino, precisamente, como una forma de ejercer la política. Se trata, en definitiva, de una especie de "juego sucio" que facilita a aquellos que lo utilizan el ascenso mediático y, por tanto, electoral, a costa de poner en riesgo los pilares que sustentan la convivencia política y social.

Y es por dicha cuestión, precisamente, por la que se hace tan perentorio analizar cómo, entre los partidos que representan en el actual espectro político de nuestro país, aquellos que se sitúan en los extremos, tanto en la izquierda como en la derecha, han desarrollado y desarrollan una acción mediática populista que, al mismo tiempo, polariza a la sociedad y obliga a desarrollar la política en términos de odios y crispaciones.

Ello nos brindará los elementos de distorsión democrática que ponen en riesgo a nuestros sistemas políticos, con el fin de implementar situaciones soluciones a eventuales situaciones futuras que atenten, o amenacen atentar, a los Estados de Derecho sobre la que se cimenta nuestra Democracia social actual.

De este modo, este trabajo parte de la hipótesis de la necesidad de racionalizar el uso de acciones populistas por parte de nuestro ordenamiento jurídico, con la finalidad de salvar a nuestro sistema democrático de las inestabilidades que la utilización de estos métodos le ocasiona. Por ello, buscaremos proponer alternativas que permitan poner coto al empleo de herramientas políticas en la acción mediática política.

Para ello se llevará a cabo un análisis de estudios tanto cualitativos como cuantitativos en los que se ponga de manifiesto la influencia de su utilización en la Democracia española, exponiendo no sólo una evolución histórica, sino también las perniciosas consecuencias que su uso ha tenido en los comúnmente considerados “principios de la Transición”. Y, con ello, daremos a nuestra Democracia la robusteza que tanto necesita y repararemos los posibles daños que, hasta ahora, haya podido sufrir.