La (re)aparición de los partidos de derecha radical y populista ha sido un factor de cambio significativo en el panorama político del sur de Europa, durante las últimas décadas, especialmente desde la Gran Recesión económica que se inició en 2008. Estos partidos han contribuido significativamente a la polarización política y social en temas como el género, la inmigración, las libertades públicas, los derechos sociales o la identidad nacional. Asimismo, han señalado directamente a los partidos conservadores tradicionales como excesivamente moderados y conformistas, a la par que elitistas y alejados de los intereses de los ciudadanos. Por su parte, desde mediados de los 2010s los partidos de la derecha tradicional han sufrido importantes crisis internas y han tenido que modificar sus estrategias para evitar la fuga de activistas y votantes hacia los nuevos partidos. Estos procesos han comportado importantes reajustes organizativos que se han saldado con cambios en el liderazgo o en la relevancia que estos partidos han tenido en sus sistemas políticos. El caso griego es seguramente el proceso de reconfiguración más exitoso, mientras que el Italiano es el que más ha mostrado la erosión de la derecha tradicional. Algo menos estudiados pero igualmente importantes son las transformaciones en la derecha regional desde la Gran Recesión. Uno de los casos más ilustrativos es el de la Lega Norte, en Italia, que mutó hacia un partido de ámbito estatal. El otro es el de la fragmentación del espacio de Convergència i Unió en España por la deriva secesionista. A pesar de la competencia directa entre las distintas familias de partidos de la derecha, con frecuencia estas se están viendo obligadas a colaborar para la formación de gobiernos nacionales, regionales y locales. Este es, sin duda, otro aspecto que ha ganado relevancia en los últimos años y merece ser examinado con más detalle.