En el presente artículo se muestra cómo en las sociedades multiculturales actuales la religión puede suponer un desafío a los Estados democrático-liberales. El conflicto entre comunidades vinculadas por principios morales-religiosos excluyentes que se reivindican como válidos constituyó el principal problema que en sus inicios el liberalismo pretendió resolver. El multiculturalismo contemporáneo acentúa la pluralidad de principios de organización social llegando a poner en cuestión la solución democrático-liberal de la admisibilidad exclusiva de las razones seculares de los ciudadanos para justificar las acciones estatales. En el artículo mostramos que la cuestión del lugar de los creyentes en las democracias liberales exige abordar problemáticas fundamentales de la teoría política relativos a los fundamentos pre-políticos del Estado. Asimismo, ponemos en cuestión la distinción tajante entre las razones seculares y las razones religiosas. Este cuestionamiento no lo realizamos mediante una rehabilitación de las razones religiosas, sino discutiendo los atributos característicos de las razones seculares: accesibilidad y compartición. Lo que tenemos son modelos de racionalidad práctica en competencia. Este análisis parte del debate entre Habermas y Ratzinger sobre los fundamentos del Estado democrático con relación a la interacción entre razón y creencias religiosas.