Ante una oposición fragmentada y con escasa incidencia en el escenario decisional, los conflictos políticos principales se centran en el actual partido de gobierno. Dichos conflictos no se explican solo por la disputa entre  sus dos principales líderes por la candidatura a la presidencia para las elecciones generales de 2025, ni a distancias ideológicas internas. La crisis interna adquiere un  carácter multidimensional debido; por un lado, a la naturaleza  compleja de la organización que es una imbricación ente  partido, movimiento y sindicato;  y por otro, por la actual situación de fragilidad institucional del sistema político boliviano.

De ahí que, los escenarios de confrontación interna irradian a los espacios políticos y públicos más importantes.  Se trata de una pugna de poder, que se dirime en distintos lugares. En las calles, mediante la movilización de las bases sociales del MAS, a favor y en contra del gobierno, utilizando un recurso histórico del movimiento campesino/indígena; los persistentes ataques en medios digitales y espacios de información entre militantes de ambas fracciones, poniendo en juego la gestión de gobierno y antecedentes personales de Morales y Arce; y las graves tensiones que se generan en el  Órganos Legislativo imposibilitando la aprobación de leyes y paralizando la gestión legislativa. Del mismo modo afectando la imparcialidad del organismo electoral y del aparato judicial.

Los distintos componentes del conflicto,  conducen al cuestionamiento de fondo de si  apunta solo  a la reconfiguración de fuerzas al interior del MAS; al sistema político democrático, o si tiene componentes estructurales referidos a una probable crisis de Estado, que hoy se expresa en esta suerte de empate catastrófico entre fuerzas populares al interior del principal partido del país.