En el momento en que se abordan las experiencias vitales, las resistencias se materializan en el cuerpo. Por este motivo, Hyndman argumenta que “la epistemología está corporizada” (2004:315). Añadir una dimensión espacial corporal es una forma de politizar e invertir la subyugación de otros saberes (Foucault, 1980) invisibilizados. Dicho proceso conlleva la imbricación de heterotopías (Foucault, 2004), espacios otros/alternativos, de resistencia. Sin embargo, este no es el caso de la disciplina de las Relaciones Internacionales, ni del campo de los Estudios de Paz y Conflictos.

La investigación presenta un diálogo entre el posestructuralismo y el feminismo decolonial. El objetivo es romper algunas asunciones (post)liberales que, lejos de establecer un entorno de paz, (re)producen múltiples formas de violencia, tanto epistémica como empírica, al negar la pluralidad de experiencias. Dichas experiencias, denominas aquí como heterotopías feministas decoloniales, permiten abordar narrativas alternativas (Mateos y Rodríguez, 2021), espacializadas en cuerpos que resisten un “continuum de violencias”, retomando el concepto feminista de Sjoberg (2014).

Para ilustrarlo, se presenta una genealogía de las resistencias contra la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la RD Congo, traducidas en convocatorias y acciones llevadas a cabo por Lutte Pour le Changement (LUCHA), un movimiento ciudadano apartidista y no violento, con un marcado carácter pacifista (Mwendike, 2022). El factor diferencial de esta oleada de protestas es que una parte de la sociedad congoleña propone formas alternativas de vivir la “paz decolonial” (Cruz, 2021), exponiendo sus cuerpos y, por tanto, sus vidas para lograr cambios sustanciales. La investigación explora la contingencia de estas heterotopias feministas decoloniales de reapropiación del territorio y la lucha congoleña por la paz.