Los sistemas de partidos divergen enormemente en el grado de regionalización de sus electorados. Existen países donde los partidos obtienen grados similares de apoyo en todas las regiones, mientras otros presentan patrones muy asimétricos de apoyo territorial. Las consecuencias distributivas de esta variación no ha sido apenas estudiada. El argumento que se propone en este papel es que en sistemas de partidos nacionalizados, los partidos tendrán incentivos mayores a proveer políticas de alcance nacional, mientras que en sistemas de partidos regionalizados los partidos preferirán políticas con una asignación geográfica más concreta. Para testar este argumento se analiza el gasto publico en 20 democracias de la OCDE desde los años 70. Se comprueba que, independientemente del sistema electoral, sistemas de partidos más regionalizados redistribuyen menos.