Las elecciones de noviembre de 2021 abrieron un nuevo ciclo en Nicaragua marcado por el carácter autoritario. Los espacios de participación política articulados al margen del régimen imperante han sido clausurados y el duunviro Ortega-Murillo se encuentra ya al frente de un régimen que tiene el carácter de un gobierno-estado.

Este gobierno-estado ha transitado del régimen híbrido al autoritario a través de un proceso en el que ha terminado por prevalecer un solo partido rodeado por una constelación de pequeñas formaciones, sin capacidad de maniobra real, y que ha tratado de darle legitimad al régimen imperante. El ejecutivo encabezado por Ortega y Murillo ha cooptado el poder legislativo y judicial, una operación que se ha ido trabajando en la última década y que ha terminado de materializarse en las dos últimas legislaturas.

Nicaragua se encuentra ya bajo un sistema político no-democrático, que en el último bienio ha aislado o eliminado las instituciones y colectivos susceptibles de organizarse como futura disidencia, así ha sucedo con el ámbito de las universidades, con el entorno y la institucionalidad católica y con los presos políticos, que han perdido su condición nacional y han partido hacia el exilio sin posibilidad de retorno.

El propósito de esta ponencia será exponer el período comprendido entre las elecciones del 2021 y el presente, momento en el que la capacidad de mostrar o articular una alternativa a la realidad imperante prácticamente ha desaparecido.