Occidentaloceno: el cambio climático y su origen occidental
- Programa:
- Sesión 5, Sesión 5
Día: martes, 23 de julio de 2024
Hora: 11:00 a 12:45
Lugar: CIRILO ÁLVAREZ (66)
La discusión antropocénica es compleja pues, si bien ha iniciado una notable línea de estudios sobre la existencia de un nuevo período climático en la historia del mundo, ha dado también pie a un profundo debate sobre las relaciones de poder y los proyectos que lo han originado. Frente a la ampliamente aceptada perspectiva geológica de Crutzen y sus seguidores, el campo de discusión política ha mostrado ser mucho más vibrante, mostrando una profunda división entre quienes sostienen la idea del Antropoceno como marco para entender el actual periodo climático y quienes, como nosotros, se oponen a ella. Aquí hemos reflejado los problemas ontológicos que la utilización del marco antropocéntrico conlleva, señalando cómo la perspectiva del Capitaloceno se ajusta mejor a una comprensión holística del fenómeno. De esta forma, no sería la humanidad, entendida como un abstracto bloque conjunto, la responsable del cambio climático, sino que lo sería el capitalismo, cuyo modelo de apropiación de las naturalezas humana y extra-humana estaría en el origen de la crisis climática.
Adoptar el marco capitalocénico permite romper con el dualismo occidental, que separa al ser humano de la naturaleza en dos esferas diferenciadas, donde la segunda es sometida a los dictados de la primera, para plantear preguntas más amplias sobre el origen del actual periodo climático y los factores productivos que lo han impulsado. Tal como indican Christophe Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz “hacer comenzar el Antropoceno alrededor de 1800 oculta el hecho esencial de que el capitalismo industrial ha estado intensamente preparado por el `capitalismo de mercado´ desde el siglo XVI, incluyendo en su relación destructiva a la naturaleza y a la vida humana” (2013, 254). Pero, por lo mismo, queremos puntualizar que hacer comenzar el inicio del periodo del Antropoceno en el proto-capitalista siglo XVI, es ocultar la importancia que posee la cosmovisión tecno-racionalista griega, en el seno del cristianismo, para justificar y explicar el éxito en la fundación y globalización del capitalismo. Porque el capitalismo y su globalización empiezan en un mundo donde la naturaleza ya es desde el principio externa y propiedad del ser humano. La idea es entender no tanto que Occidente es Capitalista, sino más bien que el Capitalismo es Occidental y, por ende, que el Capitaloceno es un Occidentaloceno.
La globalización capitalista, en contra de ciertas narrativas antropocénicas, no es la emergencia de una “cultura global” (Maldonado 2018, 34), como si de una nueva entidad cultural surgida de manera espontánea se tratara. Por el contrario, la globalización, como acontecimiento, es el histórico recorrido del sometimiento de la diversidad natural y cultural, en perpetuo estado de emergencia, por la cultura occidental. Que a día de hoy los mayores contribuyentes de gases de efecto invernadero que saturan la atmósfera, modificando el clima, sean países no occidentales, no invalida la verdad de dicha constatación, pues los modelos que potencias como China e India replican, no son sino variantes específicas del capitalismo tecnooccidental.
Sin embargo, más allá de esta evidencia material, Occidente es sobre todo las ideas que lo fundan (la naturaleza es externa, explotable, manipulable, así como propiedad del ser humano, a través de la puesta en marcha del pensamiento racional y científico, en sus concreciones tecnológicas), y a su vez, la globalización no es más que la imposición material en cada rincón del globo de dichas ideas. Estas, como hemos podido observar, no las funda el capitalismo, ni las inventa Descartes, sino que es el capitalismo quien se funda en ellas. El capitalismo, en definitiva, no se “cientifica”, ni se “tecnologiza”, sino que la ciencia y la tecnología occidentales, con el tiempo se capitalizaron, del mismo modo que durante el tercer Reich se nazificaron, o en cierto momento del siglo XX se sovietizaron. El capitalismo, por tanto, como ecología-mundo, es el resultado de ideas surgidas en los orígenes de la civilización occidental. Es por ello que podemos concluir, en el marco de las discusiones entre relatos acerca de nuestro periodo geológico, que nuestra era, el Capitaloceno, es antes que cualquier otra, la del Occidentaloceno.
En el debate actual sobre las causas, consecuencias y soluciones de la crisis climática, argumentaremos que el discurso hegemónico del Antropoceno implica una perspectiva antropológica, ecológica, histórica y científica problemática, ya que, al reproducir una visión dualista cartesiana, replica los esquemas ideológicos que están en el origen de la crisis. Por ello, tras exponer los principales supuestos del Antropoceno, nos proponemos hacer una crítica de los mismos dialogando con otras perspectivas alternativas.
Sin embargo, argumentaremos que la mayoría de estas propuestas tienden a centrarse en elementos aislados que sólo adquieren importancia por el papel que desempeñan dentro de la estructura capitalista como forma de organización de la naturaleza, es decir, como ecología-mundo, lo que exige asumir una propuesta histórica y estructural más amplia: la perspectiva del Capitaloceno.
En este estudio, a la vez que se profundiza en los pilares constitutivos del Capitaloceno, se pretende analizar un fundamento ideológico aún más profundo para poner de relieve que el propio capitalismo es una estructura material construida sobre los cimientos ideológicos del pensamiento occidental, cuyo planteamiento de la depredación de la naturaleza es anterior al propio dualismo cartesiano. El objetivo de este trabajo será, pues, debatir estas cuestiones y concluir que no será el anthropos, sino el capitalismo, a través de su fundamento intelectual occidental, el que nos conduzca a un nuevo periodo geológico, el Capitaloceno como Occidenteceno.
Adoptar el marco capitalocénico permite romper con el dualismo occidental, que separa al ser humano de la naturaleza en dos esferas diferenciadas, donde la segunda es sometida a los dictados de la primera, para plantear preguntas más amplias sobre el origen del actual periodo climático y los factores productivos que lo han impulsado. Tal como indican Christophe Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz “hacer comenzar el Antropoceno alrededor de 1800 oculta el hecho esencial de que el capitalismo industrial ha estado intensamente preparado por el `capitalismo de mercado´ desde el siglo XVI, incluyendo en su relación destructiva a la naturaleza y a la vida humana” (2013, 254). Pero, por lo mismo, queremos puntualizar que hacer comenzar el inicio del periodo del Antropoceno en el proto-capitalista siglo XVI, es ocultar la importancia que posee la cosmovisión tecno-racionalista griega, en el seno del cristianismo, para justificar y explicar el éxito en la fundación y globalización del capitalismo. Porque el capitalismo y su globalización empiezan en un mundo donde la naturaleza ya es desde el principio externa y propiedad del ser humano. La idea será por tanto entender, no tanto que Occidente es Capitalista, sino más bien que el Capitalismo es Occidental y, por ende, que el Capitaloceno es un Occidentaloceno.
Palabras clave: Antropoceno, capitalismo, Capitaloceno, Occidentaloceno, tecnología