La crítica de A. MacIntyre a la sociedad individual capitalista oscila entre el pesimismo y la esperanza. El hecho de considerar las formas sociales, políticas y económicas contemporáneas como formas corrompidas de la práctica de 'la política', llevo al filósofo escocés a sostener que la política moderna, ya sea «liberal, conservadora, radical o socialista, ha de ser rechazada desde el punto de vista de la auténtica fidelidad a la tradición de las virtudes» (Tras la virtud, 1981). Sin embargo, la cultura liberal capitalista resultaría enormemente difícil de superar en la medida en que tiende a eliminar los espacios en los cuales resulta posible tener experiencias de aprendizaje y socialización alternativas. Por tanto, MacIntyre considera que la transformación del orden social, político, económico y cultural existente debe venir necesariamente desde fuera del mismo. Ese es el papel ‘revolucionario’ (Knight, K. y Blackledge, P., 2008, 2011) que MacIntyre atribuye a «la construcción de formas locales de comunidad, dentro de las cuales la civilidad, la vida moral y la vida intelectual puedan sostenerse» (Tras la virtud, 1981). 

Esta comunicación pretende analizar el carácter utópico de la propuesta MacIntyre a partir de tres cuestiones principales.

En primer lugar, se pretende reflexionar hasta qué punto resulta compatible la apelación al radicalismo teórico-político inserto en la ética de MacIntyre con la marginalidad de sus alternativas y el pesimismo acerca de su capacidad transformadora.

En segundo lugar, se mostrará que las reflexiones y soluciones que MacIntyre plantea como ‘políticas’ no pueden ser consideradas como tal. Su equiparación entre la política y la deliberación compartida sobre lo común conducen a la eliminación de las fronteras entre lo social, lo ético y lo político; y ello al abandono de una problemática central en la reflexión de ‘lo político’: gobernar y legislar, mandar y obedecer.

Y, en tercer lugar, a partir de la distinción realizada por MacIntyre entre 'utopías del presente' y 'utopías del futuro' ("How Aristotelianism Can Become Revolutionary: Ethics, Resistance, and Utopia", 2008), se analizará la posibilidad de caracterizar la suya como una 'utopía del proceso'.