Renunciar a la respetabilidad para universalizar el respeto en democracia. Una alternativa coalicional para los movimientos LGBT+
- Programa:
- Sesión 2, Sesión 2
Día: lunes, 22 de julio de 2024
Hora: 12:30 a 14:15
Lugar: FRANCISCO DE VITORIA (142)
Las reivindicaciones de identidades LGBT+ como normales y respetables han desempeñado un papel relevante en los movimientos LGBT+ mayoritarios en el Norte Global en las últimas tres décadas. No obstante, las ideas existentes acerca de qué o quién puede ser respetable se sustentan en estándares de respetabilidad y las normas sociales dominantes que los modelan. Ello no conlleva que no se puedan cambiar; varios de estos movimientos han sido exitosos a la hora de conseguir que una parte de la población fuera incluida en lo que Rubin (2011) denomina el “círculo encantado” de las prácticas y formas de vivir dignas de respeto. Sí supone, no obstante, que la inclusión de cualquier nuevo grupo social, los términos en que esta se produce y las nuevas fronteras que generan se encuentran fuertemente influidas por la posición de este grupo con relación a las normas sociales y las distribuciones del respeto ya existentes. Aquellas personas que se encuentran más lejos de los estándares dominantes, que también son con frecuencia las más vulnerables, han visto su precariedad mantenida o incluso empeorada mientras algunas estrategias centradas en la respetabilidad obtenían victorias parciales.
Esto ha sido así debido a que estas estrategias ponen objetivos y expectativas que resultan mucho más difíciles de satisfacer para algunas personas (en caso de que desearan hacerlo, pues tampoco tendrían por qué compartir los presupuestos sobre los que estas se sostienen). No obstante, existe otro factor de peso: la inclusión de nuevos miembros en el “círculo encantado” puede suponer un refuerzo de la vigencia y hegemonía de las normas sociales dominantes, y una amplificación de la distancia entre las personas respetables y aquellas que repetidamente han fallado a la hora de obtener ese estatus.
El respeto, entendido como tratamiento adecuado en una sociedad, se compone de reconocimiento y no-discriminación interpersonal e institucional, una distribución justa de los bienes y un tratamiento administrativo no estigmatizante ni excluyente. Si aceptamos que cada persona debería de gozar de pleno respeto, su distribución en sociedad no debería ser dependiente de estándares que son activamente excluyentes (por ser inalcanzables o por imponer exigencias arbitrarias sobre la apariencia o comportamiento de una persona) y fuertemente imbricados en sistemas de opresión por motivos de expresión de género, identidad de género o sexualidad, así como otros. No es posible llevar a cabo una distribución universalista del respeto o una inclusión verdaderamente democrática si los medios para llevarla a cabo generan cargas desproporcionadas para quienes están en una posición más subalterna, o si terminan manteniendo y reforzando mecanismos de opresión.
Un modelo alternativo que busque evitar estos problemas podría ser uno que priorice combatir las distribuciones de respeto y vulnerabilidad que estén estructuradas en torno a la adhesión a las normas dominantes, y que trace alianzas orientadas a lograr la emancipación de diferentes grupos. Para ello, sugiero dos vías de acción paralelas: la disputa de la hegemonía de las normas y representaciones dominantes y la presión sobre el Estado para que trate a todas las personas con respeto en términos de reconocimiento, distribución y tratamiento administrativo. Para poder llevar a cabo esta estrategia de forma exitosa, los movimientos LGBT+ podrían expandir su ámbito de acción para atajar la situación de todas las personas más negativamente afectadas por las normas sexuales y de género, muchas de las cuales no necesariamente se identificarán como LGBT+ o encajarán en esa categoría (algunos ejemplos destacados serían las trabajadoras sexuales, las personas que llevan a cabo prácticas sexuales consentidas no normativas, o los hombres que tienen sexo con hombres en contextos de clandestinidad).
En paralelo, los movimientos pueden reforzar sus alianzas con otros como distintos movimientos feministas, antirracistas, de personas precarias, colectivos laborales o de vivienda y anticapacitistas. Estas alianzas, lejos de ser una mera suma de fuerzas, pueden generar tensiones productivas que pongan presión sobre los distintos movimientos y actores para asegurar una priorización efectiva de las personas más vulnerables ―esto es, aquellas particularmente afectadas por las normas sexuales y de género, el racismo, el clasismo, el sinhogarismo, el capacitismo y otras fuentes de opresión y precarización. Con ello, también puede que generen las bases para formas más interseccionales y democráticas de organizar el respeto en una sociedad.
Bibliografía principal
Beltrán, C. (2010). The Trouble with Unity. Latino Politics and the Creation of Identity. Oxford University Press.
Dazey, M. (2021). Rethinking respectability politics. The British Journal of Sociology, 72(3), 580-593.
Duggan, L. (2003). The Twilight of Equality? Neoliberalism, Cultural Politics, and the Attack on Democracy. Beacon Press.
Rubin, G. (2011 [1984]). Thinking Sex. Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality. En Deviations. A Gayle Rubin Reader (pp. 137-182). Duke University Press.
Spade, D. (2015). Normal Life. Administrative Violence, Critical Trans Politics, and the Limits of Law. Duke University Press.
Warner, M. (2000). The Trouble with Normal. Sex, Politics and the Ethics of Queer Life. Harvard University Press.
Zylan, Y. (2011). States of Passion. Law, Identity, and Social Construction of Desire. Oxford University Press.
Palabras clave: respetabilidad, normas sociales, políticas LGBT+, democracia