La introducción en las Administraciones de los principios propugnados por la Nueva Gestión Pública implicaba no solo profundas transformaciones en los instrumentos y estrategias de gestión, sino también, necesariamente, cambios no menos profundos en el desempeño de los servidores públicos. El papel a jugar por el nuevo perfil del directivo y del gestor público, su formación, sus actitudes, su orientación, su estilo de liderazgo y, en definitiva, el conjunto de valores que definen su ejecutoria han sido temas recurrentes tanto en el diseño de políticas y proyectos de modernización administrativa como en los estudios más académicos en los que se ha venido reflexionando sobre el alcance y los logros de la NGP. Los planes de formación para el personal directivo de las Administraciones han insistido en la importancia de crear una “nueva cultura” que facilitara una medio adecuado para la introducción de los cambios impulsados por las políticas de modernización, y se han interesado por la forma y los medios más adecuados para inculcar un nuevo mapa de valores en los directivos públicos, que con el tiempo ha ido objetivándose y ha adquirido valor normativo a través de la elaboración de códigos éticos y de buen gobierno.

Tras varias décadas de esfuerzos más o menos consistentes en esta dirección se plantea una doble cuestión: ¿cuáles son realmente los valores que a día de hoy definen a los directivos y gestores públicos? Y, por otra parte, ¿cómo influyen sus valores en su desempeño y, en última instancia, en la acción de las Administraciones? La propuesta que aquí se presenta se enmarca en el trabajo realizado en el seno del proyecto “Ética y valores del personal directivo de la Administración General del Estado”, financiado por el programa UCM-Santander. El objetivo de la ponencia es presentar la metodología desarrollada para el estudio de los valores en ese colectivo, y pone el acento en un problema fundamental: cómo establecer el mapa (o mapas) de valores a partir del modo en el que efectivamente se abordan las propias tareas y responsabilidades, y no a partir de las categorías definidas en términos normativos por legislaciones y códigos, pero también por los medios de creación de la “nueva cultura”.