La crisis política/democrática, social y ambiental a la que se enfrenta la humanidad es de tal profundidad que puede poner en cuestión (y riesgo) la forma de vida de una significativa parte de la población humana y no humana del planeta. Y la vivencia de esta crisis y sus consecuencias quizás también nos demanda una profunda reflexión sobre las bases ideacionales, políticas y materiales que han conformado la sociedad tal cual la conocemos.

Dada las características de las sociedades actuales, se podría argumentar que el estudio y la configuración de las ciencias sociales (esto es su ontología y epistemología) se desarrollaron en una modernidad estructurada sobre perspectivas antropocéntricas, patriarcales, mercantiles y coloniales reproduciendo las hegemonías básicas de las sociedades occidentales y europeas en el siglo XVIII y XIX. Estas perspectivas partían de una visión dualista y fragmentada de la sociedad, con una visión del ser humano como un “hombre” racional, individual y competitivo, pleno de seguridad y derechos, y con capacidades superiores para organizarse en instituciones democráticas orientadas al sistemático crecimiento y progreso. Y, aun asumiendo los enormes valores de esta modernidad, es justamente este sistema emocional, político y material, que ha configurado un mundo caracterizado por múltiples desigualdades y violencias hacia los seres humanos y no humanos.

El presente texto pretende cuestionar esta perspectiva dualista para proponer una cosmovisión integrativa , que contemple la multidimensional del ser humano y su necesaria relación de ecodependencia e interdependencia con el planeta que nos ha acogido. El trabajo plantea la necesidad no sólo de replantearse la ontología humana sino también la epistemología moderna disciplina y fragmentada que impide acceder a una forma de estudiar la realidad de manera comprehensiva y holítica.