Hace algunos años, el que fuera brevemente líder del Partido Popular, Pablo Casado, se refería a la memoria histórica como un tema que agitaban los partidos de izquierda, pero sobre los que la ciudadanía ya ha pasado página: “no está de moda ser de izquierdas, son carcas; todo el día con la guerra del abuelo y las fosas”. Sostenía, probablemente sin ir más allá en la reflexión, que la posición política de los españoles en torno al pasado histórico reciente de nuestro país era consecuencia de una acción consciente de los partidos de izquierda. Pero… ¿es esto verdaderamente así?

En el marco del Proyecto de Investigación POLMEMO, hemos llevado a cabo una encuesta que introduce un experimento para responder a la siguiente pregunta de investigación: ¿los mensajes de los líderes políticos moderan, activando o desactivando, el conflicto y la polarización en torno a la memoria histórica?

Hay sobrada evidencia en Ciencia Política de que las élites, de arriba hacia abajo, son capaces de activar temas y conflictos; y, en su caso, de congelarlos y mantenerlos a la espera sin que tengan consecuencias políticas. Esto, sin embargo, choca con las vivencias personales de muchos ciudadanos que han vivido directamente algunos de los eventos históricos que son parte de las políticas de memoria. O con las de otros ciudadanos que, sin vivirlas, han escuchado y conocen las vivencias de sus mayores. El paso del tiempo hace que el conocimiento vivencial de la Guerra Civil sea cada vez menor, pues son menos las personas vivas que vivieron directamente la guerra; pero siguen siendo numerosos los individuos que vivieron el Franquismo y la Transición. Y, por tanto, que sufrieron directamente violencia política en aquellos periodos. Las posiciones políticas en torno a la memoria, como ocurre con otros temas de conflicto, también se crean de abajo hacia arriba.

En este papel, presentaremos los principales resultados del experimento de enmarcado al que sometemos a los encuestados del proyecto POLMEMO para conocer cuánto varían los individuos su posición sobre la memoria histórica en función de mensajes de las élites políticas. Y, en fin, si todos los individuos sufren la misma influencia de las élites o aquellos que vivieron eventos relevantes del pasado de forma directa son más resistentes al cambio y a la activación del tema por parte de las élites.