Los inicios del siglo XXI han demostrado el poder de las redes sociales a la hora de influenciar y controlar el debate público. El ascenso de nuevas plataformas como las redes sociales y de profesiones ligadas a esta evolución del mundo digital han educado a las nuevas y antiguas generaciones en una nueva forma de recibir, procesar y comprender la información en el que los actores tradicionales han quedado deslegitimados en favor de actores que constituyen pilares de la Red.

Estas nuevas plataformas mantienen un discurso de neutralidad a la hora de moderar sus contenidos, en casos como Reddit son los propios usuarios quienes cargan con la responsabilidad de la moderación. A la pregunta de qué se hace viral y qué contenido recibe el usuario, estos titanes responden que todo lo decide el algoritmo, como artefacto sacralizado y neutral que toma toda decisión casi sin interferencia humana.

No obstante, diversos autoras y autores han señalado a plataformas como Youtube o X (Twitter) por servir como un punto de apoyo o impulso de la extrema derecha. Los algoritmos de redes sociales parecen alinearse favorables a tesis de discursos de odio siempre que favorezcan que el usuario se mantenga más tiempo conectado. Problemáticas como las “cámaras de eco “o el crecimiento de las llamadas “fakes news” envenenan el debate público y plantean una discusión sobre quien debe ser el guardián del debate democrático en estos espacios que, si bien son privados en términos jurídicos, terminan conformando un ágora de discusión política pública.

En este trabajo, queremos profundizar, a partir de una revisión bibliográfica, sobre esta problemática para estudiar el rol que juega el algoritmo como herramienta de control social e ideológica. Así como en la especial atención que la nueva extrema derecha le ha dado a este campo dentro de sus batallas culturales a la hora de promover sus discursos y alcanzar mayor público. Prestando atención a cómo diversos mecanismos concebidos desde la gamificación y la mercantilización son aprovechados por estas corrientes para maximizar la visibilidad de su propaganda política convirtiendo a estas plataformas en un activo político dentro del debate público sobre el que no existen controles democráticos.