El liderazgo político ha tenido un papel secundario en los estudios sobre la política hasta la década de los ochenta, cuando aparecieron las primeras grandes obras destinadas a explicar los procesos políticos actuales. Es entonces cuando se empezó a estudiar el efecto de los líderes sobre el comportamiento electoral. Son estudios que mayoritariamente procedían de la Ciencia Política norteamericana, centrados por tanto en los sistemas presidenciales. En los últimos años, en parte por la progresiva mediatización del escenario político y más recientemente por la desalineación de gran parte del electorado y la mayor importancia de factores cortoplacistas, como la imagen del líder que ésta lleva asociada, se ha empezado a hablar en Europa del fenómeno conocido como “presidencialización” de la política (Biezen y Hopkin, 2005), que refleja el papel cada vez más importante que juegan los lideres también en las democracias parlamentarias.

Si nos centramos en el caso español, podemos ver que este fenómeno de personalización (o presidencialización) de la política no es en absoluto algo nuevo. En 1992, Gunther ya destacaba la importancia de los líderes en el comportamiento electoral de los españoles, llegando a situarla como una de las características principales del sistema político español. Partiendo de esta premisa en este trabajo se comprueba hasta qué punto es esto cierto. La clave está en que en este caso, lejos de un análisis detallado de un momento electoral concreto, lo que se realiza es un estudio longitudinal de los posibles condicionantes de la decisión de voto en España a lo largo de prácticamente todo el periodo democrático. En él se podrá comprobar que tanto en momentos de crisis, como en momentos de bonanza, uno de los factores que mantiene sus efectos constantes es la valoración que se hace en cada momento de los distintos líderes.