La llegada al poder de Donald Trump ha supuesto un acontecimiento inesperado que ha generado enormes incertidumbres sobre el desarrollo de la política exterior estadounidense en sus diferentes dimensiones. La aparente ruptura con algunos de los presupuestos básicos de la política exterior de sus predecesores ha generado una enorme controversia y debate en los círculos académicos y políticos de la potencia norteamericana. Una de las regiones donde los efectos del cambio de presidencia puede tener mayores consecuencias es la del Próximo Oriente, inmersa desde 2011 en un proceso de cambio político que todavía continúa. El objetivo de este artículo es, a través del análisis de los discursos, los documentos estratégicos y los hechos de la nueva Administración, explorar las rupturas y continuidades de la política exterior del presidente Trump con respecto a su predecesor, así como tratar de dilucidar los fundamentos ideológicos o doctrinales que están detrás de la misma, con especial atención a supuestos de enorme relevancia como son las relaciones con aliados árabes como Arabia Saudí, Emiratos Árabes o Jordania, el nuevo posicionamiento en las relaciones con Israel e Irán y el rol que podría ostentar en algunos de los conflictos que todavía se mantienen en pie como es el caso de Siria.