Las elecciones al Parlamento Europeo han sido catalogadas como elecciones de segundo orden (Reif y Schmitt, 1980). Esto se debe a elementos diferenciadores como una menor participación electoral; el voto castigo a los partidos que ostentan gobiernos nacionales; la mejora en los resultados de las terceras y cuartas formaciones políticas a nivel nacional; o la singular importancia del contexto y las cuestiones nacionales en la campaña de estos comicios.

Los datos del Eurobarómetro muestran que la diferencia de participación entre las elecciones europeas de 2019 y las últimas elecciones nacionales de cada Estado miembro, es significativamente menor entre los jóvenes que para otras cohortes. Además, el voto joven fue uno de los principales motores detrás del importante aumento de participación de 8 puntos experimentado en la última cita con las urnas europeas.

Apoyándose en la teoría clásica (Verba and Nie, 1972) de participación convencional vs no convencional, este texto se cuestiona si la teoría de las elecciones de segundo orden es aplicable a los jóvenes europeos. Estos electores, en su gran mayoría, socializados políticamente en países plenamente integrados o durante el periodo de acceso a la Unión Europea, poseen valores más europeístas. Los jóvenes muestran un comportamiento electoral diferenciado y tienden a dar un mayor peso en la elección del voto a temáticas más atribuibles a la arena europea, como la lucha contra el cambio climático.

El texto evalúa si este comportamiento es consistente en comparación con elecciones europeas precedentes o si fue algo coyuntural. También se exploran las causas de este diferencial de participación. Además, las próximas elecciones europeas de 2024 constituyen una valiosa oportunidad para testar la consistencia temporal de estos hallazgos.