La comunicación política ha ido adquiriendo con el paso de las décadas una relevancia trascendental a la hora de moldear y construir liderazgos, conectar con la ciudadanía y generar atracción hacia los diferentes proyectos políticos. En sociedades como las de hoy en día, donde elementos como la polarización o la crispación resultan tan visibles, la comunicación política se vuelve una herramienta central en la generación de los diferentes climas de opinión. Esto, sumado a la sociedad digital, en donde prima la inmediatez de los mensajes, las redes sociales o los escenarios de campaña permanente, supone el caldo de cultivo perfecto para comprender cómo las emociones siguen siendo una parte esencial en la construcción de campañas electorales y en la comunicación política en general. En la ciencia política han sido ya diversas aproximaciones las que se han venido haciendo a la hora de tratar de medir, analizar o modelar la importancia de la dimensión emocional en un amplio rango de elementos políticos, como la identificación partidista, la orientación de voto y la generación, en definitiva, de nuestras preferencias (Ciu et al., 2015; Neuman et al., 2007; Lau y Redlawsk, 2006; Marcus et al. 2000, 2006 y 2017; Jaráiz et al. 2020). Si bien las emociones se enfrentan a la amplia dificultad de modificar preferencias electorales ancladas (Garrido y Rojo, 2022), sí que pueden llegar a ser fundamentales de cara a generar climas de opinión que orienten las diferentes competiciones. Por esto, este grupo de trabajo tiene como objetivo explorar y analizar las lógicas que se producen dentro de este espacio que es la comunicación política emocional a través de las campañas electorales, las redes sociales o el uso de los medios de comunicación más tradicionales.